mayo 02, 2011

fragmento de solitarias (II)

"La vida" para ella era lo que a un viaje no llevás por que ocupa lugar en el bolso. Qué triste y predecible solía ser. Hasta que un día unió sus ideas, descubrió que el vestido azul encandilaba y que esos zapatos la hacían volar. Así se encontró -de repente y sin pensarlo- sentada sobre las piernas de quién sería su desdicha. Él era enorme. Si mal no recuerdo, era más sonrisa que persona. Llegaba al bar y todas girábamos, esperando (ilusas) que nos saludara. Un día se acercó tanto hasta donde yo estaba que mi corazón quería saltar para abrazarlo.

Ay, quién hubiera dicho que sólo los que enamoran pueden sonreír así. Creo que siempre la envidié por eso: tenía la capacidad de obnubilar en menos de un minuto a un desconocido. Y él también lo hacía. La perfección de los dos era extrema, quizá demasiada para un mundo tan plano como el nuestro. 

A veces sospecho que también me enamoré de ella (...)

4 comentarios:

  1. Breve y bueno. Dos veces bueno. Abrazo

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  2. Hermoso relato eglé, me gusta esa sinceridad al personificar liricamente las expresiones ajenas, breve instante donde todo se configura bonito como esas fotos, nebulosas que revelan belleza y sabiduria a la vez.

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  3. me olvide de pedirte que por favor visites nuestro espacio recien nacido...http://conscienciasmultiples.blogspot.com...gracias, te seguiremos leyendo...

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  4. a veces pienso que esas personas son de mentira, que puertas adentro no existen

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aló