febrero 03, 2013

Habla Nina. Dos.


Desde que dejamos el edificio todo se volvió indescriptible. Las cinco macetas que dormían en el balcón ahora perdieron sentido en el borde de la escalera. Y no es por un simple capricho, ni siquiera nuestras ideas servían en el monoambiente.
Pero, perdón, no me estoy quejando, es que la tele es cada vez más grande, la repisa está sobrepasada de recuerdos de Miramar, fotos de bebés bautizados y algún que otro peluche.
Esto se transformó en la casa de mis viejos, le dije un día.
Decime cualquier cosa menos eso.
Esto de querer ser grande me pone mal. ¿Y si tiramos todo y nos ponemos en plan minimalista?
Hacé lo que quieras pero que el imán del ciclón no desaparezca de la heladera.

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aló