mayo 18, 2012

La señora

Un desconocido me llevó hasta la facultad.
Creo que a las 7 y media de la mañana eso es posible.
Dijo algo sobre la blancura de mi piel
y retruqué "no quiero ser una vieja-pasa de uva".
Su mamá es de la especie de señoras
que en la rambla recuestan la reposera hasta más no poder
y, con aceite de cocina, esperan la llegada del sol.
Después están las que necesitan
pasar por la peluquería antes de ir al café.
Tapado fuego y prendedor en el pecho.
Puedo distinguirlas fácilmente:
peluquería-reposera-peluquería-reposera
Las mujeres de mi familia no llegan al nivel de peluquería
pero están a kilómetros de las féminas
apostadas cerca de los lobos marinos.
Tanto que cuando a mi abuela la internaron
no dejó que la enfermera se acercara con el quitaesmalte.
Esto es real.
Algunos piden ser cenizas,
otros usar los zapatos de siempre,
ella prefirió irse al cajón
con las uñas rojas.

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